Carta a ti.

Este es  un lugar de los tantos que recorrimos, a tu lado casi nunca sentí frio, hoy si, debe ser un día diferente, no siempre sale el sol para todos. Pasos unos tras otros presurosos, la lluvia no espera, un pitazo, un putazo, siempre alguien grita por aquí, y casi todos los que caminan van del brazo de alguien. Curioso, ahora estoy aquí y tu no, sigo andando y nadie cuelga de mi brazo, ni siquiera un paraguas.

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Extrañar es una de las formas más triste e imposibles de querer olvidar

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Se te daba tan fácil que cualquiera se enamorara de tu sonrisa, me paso cuando te vi, pensé en decirte tantas cosas y no pude decir nada, hoy  solo espero no caer en decirte que  nadie te amara como yo, no lo necesitas  y no lo voy a hacer, se me hace injusto para quien te pretenda.

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No quiero cortarle a nadie la imaginación.

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Siempre alguien te pretendía, siempre traías a mí una historia de alguien que te había visto de más, de alguien que te hablaba de más, de cómo te miraban en la calle, no, no tenia porque enojarme contigo por eso, nunca te han faltado decías, mientras clavas banderillas de tiempo en mi lomo, del mismo tiempo que perdías a mi lado mientras dejabas pasar a esos que si valían la pena.

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No, no voy a ir repartiendo culpas, me enseñaste a llorar y lo aprendí muy bien ya me voy secando.
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Ódiame mucho y no despiertes, ódiame porque lo necesito y lo prefiero así, sin quererlo encontraste una razón y te la tomo, prefiero que lo creas, que sigas creyendo que fui lo peor para ti, quizá por eso siempre término alejándome porque en el fondo, los dos sabemos que aunque nos amábamos mucho, no éramos felices. 

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No existe la felicidad completa, no hay sino momentos felices.

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Alguna vez dijiste tomo lo que dí y devuelvo lo que me fue dado, creo que nunca me di tanto a alguien como me entregue contigo, pero no te pido que me devuelvas nada, ya me dolió suficiente y me dolerá más abrirme de nuevo pa meterme el corazón que te di.

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Una vez más te dejaste llevar

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El orgullo es mal consejero, te lo podes llevar, tu orgullo te hace la mujer perfecta, mi orgullo me obliga a callarme, porque debo decirte adiós y  será con el recuerdo de los mejores momentos juntos, con las sonrisas robadas, con las alegrías vividas y no con las gotitas compartidas de nuestros ojos. Soy muy malo para las despedidas por eso me alejo tal cual como llego, casi que en silencio, casi como un susurro.

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Sería injusto llorarnos cuando ya nos hemos llorado demasiado.

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Debe doler para que se sienta, y me dolió que saber que nunca pudiste confiar en mí, que ni siquiera me dejaras hablar y ahora creo, que no hacen falta explicaciones, no necesito justificarme por algo que nunca paso, y que solo tu creíste, buscaste dolor y lo encontraste, sin darme cuenta te lastimaste, sin darme tiempo de aliviarte.