Manos inquietas

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Podes imaginar que su cuerpo le enseña a bailar a mis ojos, para irnos descubriendo de a poco en poco.

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Podes imaginar que mis manos son dos bocas curiosas mientras mis dedos se hacen lengua deslizándose por el pendiente que dibuja su oreja, para ir como trapecista columpiándose por su cuello sin cuidado, sin red, mientras descubre el sabor de su piel, puedes imaginar ese sabor y casi que su olor, huele a lo que quieras que huela.

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Yo prefiero los frutos rojos y los calzones limpios.

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Podes imaginar cómo se abre un poco su boca ante tímido roce de su ropa derrapando por sus curvaturas y mis letras amontonadas alabando sus tetas coronadas por dos chips de chocolate y me veo en las pelotas de sus ojos mientras envidio sus manos y cedo a sus antojos que son los míos y el gusto compartido de lamernos cada rincón sin tocarnos.

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Como casi es compartido el sentimiento de perder la ropa mientras se pierde el miedo.

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Podes imaginar su rostro canjeando una sonrisa por mis calzones y sus dientes mordiendo sus labios al sentirme descubierto ante su mirada, una palabra basta, obediente asiento, me tienes en tus manos respondo, lo tomas en serio y ya no me sueltas.

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En vista de lo visto me desvisto, susurras.

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Podes imaginar sus deditos resbalándose en su ombligo, hasta el colchón de su pubis ,blanco perfecto de la flecha que crece entre mis piernas a punto y apunto, mientras coloreas en tus cachetes el sonrojo de haber perdido un gemido entre tus manos que son mías, que se mueven a placer de mis ojos, al gusto de mi calentura y de la tuya.

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Casi como meterle mano a la entrepierna de la ausencia y rozarle el culo a la imaginación.

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Podes imaginar mis besos en sus besos en caída libre, acunados en su vientre y con ganas de seguir bajando, abriendo caminos con la punta de la lengua enredándonos en la dificultad facilona del bajar de sus panties y sos perfecta al claro oscuro, rítmica al deslizar de tus dedos hurgando en tu curiosidad y esculcando en la mía curándonos las ganas.

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La curiosidad no tiene cura.

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Podes imaginar que sos dueño de esa gota de sudor que rueda por la espalda perdiéndose silenciosa entre su cobija y el sonido de dos voces calladas tecleando un poco más, podes imaginar sus manos y mis manos mojadas descubriendo rincones vírgenes rozando sus curvaturas, cada textura, grabando cada lunar, cada respiro, gemido y rincón.

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El sudor es poético y lubricante.

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Podes imaginar mi pecho acelerado, el teclear indescifrable, ummm, su mirada en mi mirada, sus manos mojadas, sus piernas trenzadas aguantando humedecidas y entre ella sus dedos descansando en su vientre dispuesto, sus senos erectos, su pelo derramado y la curvatura de su espalda tensando el antojo para dispararlo a matar. Y me matas.

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Te toca, me toca, te tocas, nos tocamos.

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Podes imaginar cada roce, cada piel, cada gemido cada palabra y suspiro pero no es suficiente, si no lo sientes, cada cuerpo se debe sentir y como una puerta se debe tocar, suave al comienzo para no alborotar, fuerte al final para poder entrar. Sos el cerrajero y tenes las llaves, la distancia requiere ingenio y más palabras precisas que el sexo mismo.

Cómeme

Del sexo con una ninfómana

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El sexo con ella sabe a sus manos en mi boca, sabe a su lengua buscándome y a la mía encontrándote, sabe a rincones vírgenes que encontraron refugio  en mis labios, sabe a las almohadas que tantas veces me hiciste morder para acallarme un poco, me encanta gemir, pero detesto a los vecinos que se quejan, ni que fuera a ellos que les estuviera dando por el culo.

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Si no saben, no respondan.

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El sexo con ella suena a tablas contra en suelo matando silencios, a gemidos ahogados, a voces a lo lejos que se fingen dormidas, al rechinar de la madera al ritmo de dos pubis que pretenden aplastarse sin joderse, suena  a sus gemidos y los míos que son solo uno, suena a susurro, porque no es el que más grite lo que cuenta si no el que haga gozar más al otro lo que vale.

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Si no suena el teléfono, soy yo.

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El sexo con ella huele a frutas rojas y se revuelve con lo profundo del río de entre sus piernas, huele a vellos rasurados y crema suavizante, huele  a ganas y se impregna, huele a pelo enmarañado, revolcado, derramado, huele a la luna que se esconde y con frio nos da una excusa para seguirnos oliendo, huele  a piel bajo la ducha compartiendo sudores, huele a mi cuerpo dentro suyo y sus ganas dentro de mí. Todo adentro dirías.

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Si no hueles a sexo en la mañana, no hay por qué despertar

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El sexo con ella se ve como una porno con contorsionistas, no hacen falta espejos en el techo para ser testigo de su rostro desencajado, de su lengua comiéndose los labios, de su mirada en mis ojos y atrás yo, encima yo, debajo yo, de lado yo, todo yo, siempre fui el de los mandados. Y puedo  sin verte  reconocerte,porque en el sexo con ella basta con cerrar los ojos y encontrarte contigo mismo.

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Si no puedes ver, cierra los ojos.

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El sexo con ella duele a mordiscos en los labios y el latigazo de sus uñas en mi espalda sazonado con el dolor del sudor que nos recorre, duele tu peso  en mi pecho, en mi ombligo mientras te deslizas, mientras me arrinconas, mientras me amarras, duele a mis muñecas atadas y a mi verga empinada e indignada de que tardes tanto en correrte el calzón un poco; maestro el burro que la mete sin cogerla con las manos.

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Si no duele no se siente y hasta el amor debe doler para que se sienta.

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¿Estábamos locos? Nah.. Ahora que lo pienso, estábamos en los cinco sentidos, dispuestos y atentos al sexo consentido y sin sentido, sin una fecha especial de por medio, sin una hora, ni un lugar indicado, era tu momento y era el mío, la ropa estaba de más siempre y las ganas a flor de piel, no, no estamos locos, simplemente estábamos calientes y nos amabamos.

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Si el amor es la respuesta, ¿me podrían repetir la pregunta?

Los calzones de la suerte

Del sexo con una virgen...

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Dicen que los hombres las preferimos vírgenes porque detestamos las comparaciones, dicen y no es del todo cierto.

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La verdad es que…detestamos las comparaciones donde salimos perdiendo;  somos unos cabrones inseguros y la menor salpicadura de mierda en el ego lo embadurna todo.

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Hay mujeres que les gusta ir directamente a tu pito y está bien, sientes esa manito tibia recorriéndote… midiéndote, sus besos empiezan a bajar y se convierten en lamidas y eso está mejor, su lengua reemplaza a sus dedos y está adentro ¿les gusta eso, está bien? Si no pueden mentir, no hablen, duele menos.

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-    Es la primera vez que me entra entero en la boca, normalmente por la mitad ya me estoy atragantando… pero mira me sobra espacio… mira lo tengo todo en la boca y hablo sin ningún problema…casi siempre tartamudeo.

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Quizá la esperanza es que  una virgen diga que es el más grande que ha visto.

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La obsesión está de más.

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El sexo con una virgen debe ser oral, la vocecilla casi un gemido y la lengua  un pequeño látigo de seda que se descuelga y juega a no dejarse atrapar mientras ella pierde el miedo, es lo que hacen unos besos bien puestos, atrincherados,  columpiándose por su cuello, deslizándose por su pecho y su vientre, mientras trazas caminos por sus espalda con los dedos, casi como dibujando susurros que insinúen el siguiente paso.

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En este momento importa más el movimiento del barco que el tamaño del mástil. Ella lo sabe y te lo dibujara en una sonrisa, mientras muerde su labio inferior como sólo ellas saben hacerlo, entonces me toma por el costado y desliza mi bóxer con delicadeza rozando la erección provocada con la primera mirada, para  luego tenerme en sus manos, me encanta cuando hacen eso, imposible no dejarse tentar en las manos correctas y no poder escapar, no querer, ¿para qué? ¿para dónde?

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Me ve  a los ojos y me dice sin decirme, te quiero aquí conmigo, para sentirte suave como tus palabras, complaciente como tus besos y tentador como tu mirada, penétrame los recuerdos y quédate grabado para repetirte como mi canción favorita.

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El final es como cuando escuchas por primera vez esa canción.

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Hacer el amor con una virgen debe ser como hacérselo a una que ya no lo es, debería,  lo demás es retorica, he tenido muchas primeras veces pero solo una virgen, en ese momento podes entender que significa la ternura, y que significa ser recuerdo. Sólo hay una primera vez, la mía vino por suerte, sin una fijación por ella.

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Mi fijación son los calzones, si de perder se trata. 

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Mi primera vez no la planee, no la espere y se me iba haciendo tarde, perdí primero la camisa antes que la cordura y los pantalones después que los calcetines como debe ser…recuerdo sus calzones y mis calzones, los suyos por que se perdieron fácilmente entre mis dedos deslizándose por el tobogán de sus piernas suavizadas, los míos porque eran negros y la noche también; deja vú, o simplemente es el color en mis calzones de la suerte.