27 feb 2012

Cómplices


Mi rostro esta aquí arriba, decía una amiga cansada de cargar sus tetazas a cuestas, cansada de ser la tetota de la universidad e inspiración de cuanta paja rusa se te ocurra por cada pendejo que se cruzaba.

 -Mi rostro esta aquí arriba, solía repetir. 

-Qué? Preguntaba el afortunado cabrón, sin dejar de ver ese par de montañas de carne rodeadas de mujer.

-Que te jodan.  Daba media vuelta y huía.

¿El asunto con las tetas es casi el mismo que con el pito? me pregunto una vez, ¿les mortifica eso? nadie está seguro de lo que tiene, hasta que aprende a usarlo, le dije, no a todos los hombres le gustan las tetas enormes, la diferencia es que a la verga no le puedes pones silicona o lo haríamos.

 -¿Y cómo te gustan las tetas entonces?, preguntó.  En cuestión de tetas para mí lo pequeño es lo más grande. Le dije,  en cuando al pito, por más que lo halemos no crecerá.

El silencio incomodo nos cubre, pero el poder de una mirada bien puesta, aploma al más cobarde.

-¿Puedo verte? le dije ¿me enseñas una teta?

-¿Qué?, preguntó la desafortunada.

-Que si me enseñas una teta o las dos, da igual.

Entonces, ella, sin dejar de mirar o admirar mi descaro se cruza de brazos, sube una ceja y sonriendo me dice, todo el mundo imagina que me ven las tetas a través,  las desean, creo, se pajean al llegar a casa y sueñan que se vienen en mi, con disimulo o desparpajo en este momento no cualquiera quisiera estar en tu lugar.

¿Por qué?, pregunto, fingiéndome pelotudo.

Por que los hombres son tan cobardes  cuando no los oyes  y no siempre saben pedir lo que realmente quieren. Los tipos hablan más de lo que comen y créeme que a mi poco o nada me han comido, porque esos cabroncitos que babean por mis las tetas no lo hacen por mi, a esos, los intimidan las mujeres que realmente valen la pena y difícilmente van a pedirme que le enseñe una o las dos, tu no.

-Hay muchas maneras de intimidarme, pensé en voz alta.

-Aún no lo hago, dijo.

- Entonces, me enseñas por que babean los tipos.

El tiempo es efímero mientras descubres que en la vida solo hacen falta cómplices, y van sus manos deslizando una tirita corta y fina de tela que se acuna justo sobre sus hombros, cede su blusa y aparecen ante mi dos copas encajadas perfectas en la redondez de su seno que van perdiéndose  en caída libre como mi mandíbula, mientras mis manos fingen un amago de ayuda, innecesaria en el momento, dos manos bastan, creo, dos pezones se unen a mi juego y puedo sentir el calor que guarda en su pecho una mujer que vale la pena desnudar, como todas.

Puedes ver, dice ella, fue lo que pediste, es lo que te enseño.

Demasiado tarde para preguntar si puedo tocar, rozar, lamer, demasiado tarde para evitar que me veas mordiéndome los labios.

¿Puedo tocarte? pregunta ella.

Vas a ver como crece al halarlo.

20 feb 2012

Amores&Dolores


Un fantasma del pasado me escribió hace poco que extrañaba la forma en solíamos coger y que a pesar de los errores que llegaron después, éramos jodidamente felices cuando perdíamos los calzones y putamente perfectos cuando hacíamos de nuestra entrepierna un completo y  perfecto enredo.

Ella tenía un nuevo amor, era perfecto, pero aun así, soñaba con despertar en mis brazos, babeando sobre mi pecho.

Si no le vez defectos a tu nuevo amor seguramente será tu próximo error, le dije. 

El de todos, es confiar.

Extrañar es una forma masoquista de adolecer lo perdido, continué,  duele más cuando se extraña a quien no vale la pena, a quien te cago la vida, a quien se rió en  tu cara, mientras tu llorabas, todos tenemos un poco de eso y a todos, en algún momento y en algún lugar nos están extrañando. Por cabrones o por pendejos

El placer del dolor, pensé...y me dije

Extrañas su olor, su mirada, el roce de sus manos sobre tu piel descubierta, el sabor de su lengua en tus suspiros,mis dedos hurgando en tus derechos reservados…extrañas sus gemidos en tu oreja que te decían sin decirte que eras su cielo y en ti querría vivir sin ropa y aferrada a tu cintura, extrañas como a ese alguien, les endurecía tus pezones y  te hacía sentir.

Ese alguien en algún momento y en algún lugar se esta masturbando, mientras piensa en ti, eso es placer.

Todo termino mal, aun así te extraña y eso es dolor.

El amor es la mitad de esos dos momentos, cuando lo uno no era más importante que lo otro, cuando no extrañabas sus tetas ni su culo, la extrañabas a ella por igual y te dolía que esas tetas y ese culo  que con coqueteria se pasearan por la habitación en algún momento tuvieran que cubrirse; eso, te despierta las palabras y te hace cumplirlas, le dices que la amas y la amas de veras, le dices que le harás y se lo haces , que no sea prometer para meter, que sea metérselo en el corazón y no sacárselo nunca. Eso es amor.

Pero termina, las palabras presurosas se vienen muy rápido, y eso es también es dolor.

El dolor se alimenta de cosas bonitas, de recuerdos, de tu mirada encontrándose por primera vez con la de ella, de ese beso que te mojo y te dejo con antojos de más, de esa vez en que tus ganas y las de ella fueron tan grandes como tu erección, pero el dolor se come todo eso y te lo vomita en la cara y  te ahoga, te lo quita o aprendes a matar esos dolores o no serás más que la muñeca inflable de alguien que vendrá, tan sólo cuando quiera un acostón.

El amor no te mantendrá unido tan solo son con los fluidos del sexo, sea bueno o malo. El amor se alimenta de miedos, de pendejadas inútiles, de explicaciones innecesarias, de celos,  de errores y aprendes a vivir de tus errores para no volverlos a cometerlos o terminaras extrañando la forma en que solías coger.

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