Lagrimas de cocodrilo

De vez en cuando, nos entra una chilladera y me importa un pepino decirlo, los hombres lloramos y más si de mujeres se trata, más si se pierde una mujer que ha pagado bien, más si se pierde una mujer que ha pagado mal. Los hombres lloran por llamar la atención, los niños lloran por que quieren teta, Hombres al fin y al cabo.
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Un hombre llora desconsolado en la calle cuando se acerca su amigo y le pregunta:
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- ¿Por qué lloras?

- Porque me he enterado que mi mujer trabaja en esa casa de citas.

- ¿Y por qué no subes y te la bajas a pata?

- Tú ya sabes que no puedo hacer eso.

- Pues, entonces subo yo y te la bajo.
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Al cabo de un rato baja el amigo golpeando a una mujer y el hombre entre sollozos dice:
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- ¡Oye que esa no es mi mujer!

- Esta es la mía, pero ahora subo y bajo la tuya.
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El hombre llora porque duele y pierde, a nadie le gusta perder, el hombre llora cuando lo engañan y nadie le gusta ser engañado, el hombre llora y no se da cuenta que lo hace hasta que las lagrimas y los mocos le llegan a la boca y puede probar el sabor del dolor, el sabor del amor.
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La señora se levanta en medio de la noche y no vio a su esposo en la cama. Ella se levantó y fue a buscarlo alrededor de la casa. De repente lo escuchó en el sótano llorando. Cuando ella bajó al sótano le preguntó:
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- ¿Mi amor, por qué estas llorando?
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Y él le dice:
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- Te acuerdas 20 años atrás, cuando tu padre me amenazó que si no me casaba contigo yo iría a prisión.
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Ella le dice:
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- Sí, ¿Por qué?
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Luego él le contesta:
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- Porque, ésta noche ya yo hubiera salido de la cárcel.
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Un hombre llora por causa justa un hombre llora de verdad, no para convencer, no para buscar segundos fines, como una mujer; llora y punto, llora y ya está, llora por que llora.
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Un hombre entra en una tienda deportiva y le pide al dependiente que le enseñe la mejor mira telescópica que tenga para su rifle.
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- Esta es la mejor del mercado – le dice el vendedor- Tanto, que si mira hacia la cima de aquella montaña podrá ver en mi casa el nombre del perro en la caseta.
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El hombre mira hacia la cima con la mira y empieza a reír.
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- ¿De qué se ríe? - pregunta el vendedor
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- Es que estoy viendo en el jardín a un hombre desnudo corriendo detrás de una mujer también desnuda.

El vendedor toma la mira, mira hacia su casa y empieza a llorar. Toma dos balas y se las da al hombre diciéndole:
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- Vamos a hacer un trato. Le doy estas dos balas y, si acierta con una en la cabeza de mi mujer y con otra en las bolas del hombre, le regalo la mira telescópica.
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El hombre toma el rifle, la mira y las balas, pone el ojo en la mira y apunta el rifle hacia la casa.
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Después de un momento de indecisión le dice al vendedor:
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- Creo que puedo hacerlo de un solo tiro.
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Porque no hacerlo, si hasta cagando se llora. De la risa al llanto solo hay un paso.
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Tu mujer es más simpática... el otro día me estuvo contando unos chistes tan graciosos que, de la risa que me dio, me caí de la cama tres o cuatro veces.