Buenos días, señoritas. Estoy aquí para informarles que a raíz de los tiempos que corren, la preocupación de algunos de sus padres, el hecho de que ustedes, señoritas, muy pronto dejarán éste recinto educativo para convertirse en las buenas esposas y madres que todos esperamos, es que la hermana superiora del colegio ha tomado una decisión que, por cierto, no ha sido para nada sencilla. A partir de hoy se imparta en las aulas la asignatura referente a la educación... sexual.
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Señoritas, señoritas, no hay motivo de risas, calma, por favor, calma... ¡Señoritas!. La hermana superiora me encomendado la difícil y delicada misión de introducirles... es decir... de inculcarles éste aspecto de la vida de gran envergadura. ¡Importancia!, quise decir importancia.
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Yo he aceptado esta responsabilidad, con alegría porque el Señor es mi guía y sé que jamás permitirá que me desvíe del buen camino. Es por eso que le agradecemos.
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Nos ponemos todos de pie y decimos: “Gracias”
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¡Dije de pie!
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Ahora pueden tomar asiento... El curso de educación... sexual, ha sido elaborado con el aporte de todas las hermanas del colegio, bajo la estricta supervisación y aprobación de la hermana superiora. Logrando, de esta manera, un curso objetivo y libre de todo prejuicio superfluo.
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Señorita Paola Ponce De León, levante ya mismo su mano... ¡Esa no, la otra!. Señorita Paola Ponce De León, ¿qué dijimos de refregarse ahí abajo? ¡¿No se da cuenta que puede quedar idiota para el resto de su vida?!
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Para dar el rigor científico que la asignatura requiere, he traído una serie de láminas que serán de gran ayuda para ustedes. De esta forma podrán observar y comprender mejor los temas que tocaremos... es decir... desarrollaremos a lo largo del curso. Hoy analizaremos las diferencias entre el hombre y la mujer.
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Los dibujos fueron realizados por la hermana Clarisa, que a pesar del dolor que la artritis causa en sus manos, no se doblegó nunca ante el sufrimiento. Son unos dibujos preciosos, ¿verdad que sí? En esta primera lámina claramente se distinguen las figuras de un hombre y una mujer.
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Lo primero a destacar es que Dios hizo al hombre para ser hombre, y a la mujer para que se comporte como tal. Veamos las diferencias existentes entre un hombre y una mujer. Por ejemplo los varones poseen una especie de... de... digamos... una especie de... de cilindro ubicado más o menos por ahí.
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Las mujeres, en cambio, poseen algo así como... una cajita, también alrededor de esta zona.
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¡Señorita Paola Ponce De León, deje de mirase ahí!. Las láminas fueron elaboradas para dejar bien claro los conceptos que manejamos en clase. Mirándose ahí lo único que va a lograr es confundirse.
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¿Qué función cumple el cilindro y la cajita?. ¿Por qué están ahí?. ¿Por qué poseen esa forma?. ¿Cómo deben utilizarse?. Estás son algunas de las tantas preguntas que lógicamente surgen, por lo cual, para que no surja ningún tipo de desviación degenerativa, lo mejor es que jamás sepan las respuestas.
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Sin embargo es bueno aclarar que luego de celebrar el casamiento bajo las estrictas leyes de nuestra santa iglesia católica, apostólica y romana, y no antes, el hombre obtendrá el derecho a colocar su cilindro dentro de la cajita de la mujer a través de esta delgada ranura, la cual se abrirá milagrosamente para que el cilindro masculino pueda introducirse sin mayores dificultades.
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Una vez sucedido esto, y presten atención a lo que voy a decir para terminar con los temores que muchas veces se inculcan al respecto, una vez que el elemento “A” fue colocado en elemento “B”, perteneciente a la mujer, el hombre realizará una serie de desagradables movimientos epilépticos, mientras la mujer permanece acostada pasivamente sin emitir sonido alguno, soportando una serie de dolores y tormentos nunca antes experimentados.
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No obstante el diablo puede acechar en un momento así, logrando que la mujer disfrute desenfrenadamente, y en el peor de los casos varias veces. Ante tal peligrosa y repugnante eventualidad, es más que recomendable que la mujer rece mientras hacen... eso. En caso de dejarse llevar por las tentaciones de Satanás...
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Ya saben que les espera... ¡Señorita Paola Ponce De León, retire inmediatamente su mano de la señorita Mercedes!...
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¡Señorita Mercedes, arréglese la falda y borre esa estúpida sonrisa de su rostro! Por hoy no vamos a poder avanzar más. Mi paciencia tiene un límite. Agradezcan que el amor de nuestro Señor sea ilimitado... grande y hermoso. Y jamás duden en abrirse ante él. Dejen que, como a mí, les penetre una y otra vez. Dichosa la que logre esa unión, porque sólo así conocerá el goce y la felicidad.
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Monologo de Pablo Pérez Veiga
