30 nov 2009

Tírame

Tú, mujer, si tú, mírame, mírate  ¿sabes qué es un orgasmo? Mierda, lo acepto eso sonó a Cosmopolitan, prometo no volver a hacerlo.
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Aquí vamos.
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Normalmente hombres y mujeres nos comemos el coco pensando en cómo hacerle rico a nuestras parejas ¿lo hacen verdad? ¿No? , entonces solo yo, sólo a mi me debe pasar eso, creo que con el tiempo se debe aprende a separar el sexo del amor, por que el amor en sí, puede perdonar el mal sexo y eso no debería ser.
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Tres preguntas para responder.
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¿Cuándo fué la última vez que viste una porno con tu pareja? Ah, verdad, las mujeres no miran porno, se sienten asqueadas (guiño,guiño) saben,  los hombres llevamos un Nacho Vidal frustrado por dentro y a veces sobran las ganas para venirnos en su pancita y volver a empezar. A veces no hace falta fingir cuando se aprende de quienes saben hacerlo; para ser mejor hombre basta con hacerlas sentir mejores mujeres, para ser mejor mujer, basta con no perdonarnos un mal polvo.
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¿Cuándo fué la última vez que te pajeaste? Ah, verdad, las mujeres no hacen eso, les salen pinticas blancas en la uñas. Mientras sus manos sean extrañas a su piel, no pretendan que sean nuestras manos quien les enseñen a venirse, fin del ejercicio,  ya pueden dejar de mirarse las manos.
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¿Cuándo fué la última vez que diste una buena mamada? (cof,cof) Ah…ups,  creo que no habrá placer más grande que una lengua recorriendo el camino que desde el ombligo atrape las pelotas de los ojos y nos pongan en blanco. Eso nos enloquece, nos encoña,  algunas usan las manos, algunas usan la imaginación mientras perversas meten el dedo. Mierda, el culo se asusta, pero como que le gusta.
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Saben, hoy en día es raro encontrar una mujer con pelitos en su cosita, y eso a veces hace falta y otras tantas están de más, me gusta dejarme sorprender. Pero sus tipos, ¿los tienen? ¿Aún usan el afro masculino? Yo no, me pican, una buena mamada no debe provocarles tos.
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No tengo pelos en la lengua por que nos has querido.
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De damas está llena la calle, más no deberían estar en la cama, pórtense como  putas con su tipo sólo en la cama,  en la calle,como una dama, en la mitad de la cena vayan al baño,   quítense la tanga y regresen con ella dentro de la cartera. Muéstresela y susurre para que le lean los labios que bajo su falda sólo hay una mujer arrecha.
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A veces hace falta recordarnos que quieren sexo también y esto debe ser a la hora y en el lugar que sea, nosotros nos sacrificamos.
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Las fantasías son para cumplirlas. Si él tipo quiere una posición que nunca hayan hecho, háganlo es más fácil y evitan cantaletas, cuidado con hacerla muy bien a la primera, corren el riesgo que el imbécil de turno pregunte - ¿huy quien le enseño? Cuidado con preguntar, tío,  corres el riesgo que la herida de turno responda, - uno que si lo hacia rico.

23 nov 2009

Tentaciones

Creo que no hay nada más sexy que una  mujer en paños menores caminando por toda la habitación, despacito, midiendo los pasos, mirando sutilmente a dónde se dirigen nuestros ojos, sabiendo a dónde es que se dirigen, conscientes de ello, seduciendo con cada parte, con esa parte, con la que a cada cual alborota, con la que a cada cual pone a volar, a reptar, a rogar por un segundo más de vida junto a ella, junto a esa parte, que hace parte de ella que es parte de uno.
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Y así,  terminamos encontrando nuestro sitio perfecto, esculcando, probando, tentando, oliendo, mirando entre tetas, culos, entrepiernas, cuellos, mentones, lenguas, manos, tratamos de acomodarnos, de encajar exactos y hacer de este el inicio del juego previo. Me quedo en la clavícula, sexy, con esa pequeña saliente justo donde empiezan a dibujarse las tetas y tan cerca del mentón, blanco perfecto de besos, cuna de caricias y uno que otro disparo seminal cuando se pretende la boca.
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Sexy, un par  piernas bien torneadas, afiladas, largas o no tanto, lo suficiente para que lleguen al suelo, lo suficiente para que nos rodeen el cuello. Adornada muy ligera con una pollera, una pequeña falta, un trozo de trapo pretendiéndose mas de lo que puede, luchando contra el viento que cómplice sopla a nuestro favor, un mal paso, ruedo ondeándose en la brisa sin prisa, milésimas de segundo, y las bragas coquetas asomándose, tan sutilmente, tan solo un instante suficiente para no olvidar el arco que forma las nalgas redondeadas.
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Blusa corta, pero no tanto, ajustada pero no mucho para no tallar, la fruta magullada no suele ser dulce, curva exacta al diseño de la espalda justo donde se dibuja el valle de los romboides, ¿los conocen? Esos dos pequeños huequitos que se forman donde  muere el dorso y nace el culo, sexy, la cintura ergonómica, la almohada perfecta de los pulgares cuando atacamos por sorpresa por lla retaguardia, embistiendo y callando sus griticos con besos, por que la manos muy cómodas se niegan a soltar su presa.
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Sexy el caminito de vellos, casi invisibles que conducen del ombligo a las puertas de cielo y al infierno dependiendo si se prefiere el calor, sexy por que existen, pero no están, por que sólo se ven a contraluz, como rayito de sol colándose por la rendija, diminutos y casi invisibles, prestos a ser buscados, encontrados, contados  y aprendidos de memoria para  volver a contarlos por si las dudas, encantadores y seductores guiando el camino, como si hiciera falta.
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Sexy el vientre que guarda el obligo, lo acuna y lo duerme en la extensa planicie de su piel, tremenda fijación que permite a la lengua resbalarse saboreando cada poro desde el elástico de sus calzones hasta la pezones de un solo golpe, de una sola lamida y basta para saquear unos cuantos gemidos, que casi nunca son suficientes, de verdad o de mentiras, no están de más, nunca.
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Sexy ver como pedazo a pedazo va deslizándose la ropa como gotas de lluvia entre las manos, casi deshaciéndose, casi fundiéndose y confundiéndose entre ganas.
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Suavecito, cuánta tentación.

9 nov 2009

Tocate

Saben, pronto tendré una cirugía justo bajo las cejas y arribita de la nariz y me alegro de que mis ojos y mis manos se hayan entendido tan bien todo este tiempo, complices montoneros, me alegro y a la vez siento  miedo de pensar que  he visto tan poco cuando lo he visto todo.
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Me encanta como se ve la desnudez en lo profundo del río y su sabor.
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Según recuerdo tenia trece años y desde entonces me gustó, al principio miedo y pena,pero gusto en el  fondo no tan hondo, es que las manos son inquietas y el cuerpo un manojo  de antojos.
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 La casa sola, y yo  acompañado de mi mismo, en otras palabras, yo con yo.
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Mi primera noche por esos años fue con las manos, las de ella, y casi con los ojos cerrados, lo más impersonal que imaginen, sin acabarnos de conocer, sin habernos visto en la vida, sus manos hicieron el trabajo y aprendí lo que es ser tocado por manos ajenas con permiso propio.
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Juego de manos, mano al banano.
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Una noche hace mucho tiempo soñé que dos piernas hermosas se abrían ante mís ojos, y mis dedos inquietos, curiosos y un tanto pervertidos se acercan milimétricamente bajo una falda sin calzón y sentía el calor de una piel desconocida, tentadora y tentativa. Y fui hundiéndome sin hundirme, en el interior de sus pliegues, cual aventurero y  furtivo guía  de la misma mano con la que escribo esto, esa noche aprendí a desear la mujer inédita, que en últimas resultan siendo todas y no hace falta mirar.
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Una mujer sería encantadora si uno pudiera caer en sus brazos sin caer en sus manos.
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Clandestinos mis ojos buscaron la entrepierna que le cumpliera los sueños a mis manos y lo lograron y lo hacen cada vez mejor, tal vez pueda vivir a mi pesar sin ver, pero no soportaría hacerlo sin tocar; tocar antes de entrar no es solo una frase de oficina, es un rapto a la más grande advertencia sexual.
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Mirar y no tocar se llama respetar. Mirar, tocar y lamer, se llama vivir; lo siento soy un irrespetuoso cuando de entrepiernas se trata.
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Aprendí a mirar con los dedos y  a parpadear con un roce, a descubrir con los ojos que la ropa estorba y con las manos que hace falta para no hacer tan corto el juego previo. Mientras pueda deslizarme por tu cuello para redondear tus tetas y  escabullirme por tu vientre contandote lunares para asaltar sin temores el elástico de tus bragas, seguiré viendo con la punta de un dedo, con el mismo que te he recorrido una y tantas veces.
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Aprender a tocar solo se logra abriendo los ojos como dos lunas, aprender a ver solo es posible  siguiendo una mano impropia que guie la propia a donde no exista el miedo,  justo ahí donde repaso ese sueño antes de recordar que tenía trece, con el tiempo no hace falta mirar, basta con acercarse por la espalda y dejar que la mano se deslice y nade como pez en el río donde nace el sabor de lo profundo del río.
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Cierra los ojos y verás…

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