Mi rostro esta aquí arriba, decía una amiga cansada de cargar sus tetazas a cuestas, cansada de ser la tetota de la universidad e inspiración de cuanta paja rusa se te ocurra por cada pendejo que se cruzaba.
-Mi rostro esta aquí arriba, solía repetir.
-Qué? Preguntaba el afortunado cabrón, sin dejar de ver ese par de montañas de carne rodeadas de mujer.
-Que te jodan. Daba media vuelta y huía.
¿El asunto con las tetas es casi el mismo que con el pito? me pregunto una vez, ¿les mortifica eso? nadie está seguro de lo que tiene, hasta que aprende a usarlo, le dije, no a todos los hombres le gustan las tetas enormes, la diferencia es que a la verga no le puedes pones silicona o lo haríamos.
-¿Y cómo te gustan las tetas entonces?, preguntó. En cuestión de tetas para mí lo pequeño es lo más grande. Le dije, en cuando al pito, por más que lo halemos no crecerá.
El silencio incomodo nos cubre, pero el poder de una mirada bien puesta, aploma al más cobarde.
-¿Puedo verte? le dije ¿me enseñas una teta?
-¿Qué?, preguntó la desafortunada.
-Que si me enseñas una teta o las dos, da igual.
Entonces, ella, sin dejar de mirar o admirar mi descaro se cruza de brazos, sube una ceja y sonriendo me dice, todo el mundo imagina que me ven las tetas a través, las desean, creo, se pajean al llegar a casa y sueñan que se vienen en mi, con disimulo o desparpajo en este momento no cualquiera quisiera estar en tu lugar.
¿Por qué?, pregunto, fingiéndome pelotudo.
Por que los hombres son tan cobardes cuando no los oyes y no siempre saben pedir lo que realmente quieren. Los tipos hablan más de lo que comen y créeme que a mi poco o nada me han comido, porque esos cabroncitos que babean por mis las tetas no lo hacen por mi, a esos, los intimidan las mujeres que realmente valen la pena y difícilmente van a pedirme que le enseñe una o las dos, tu no.
-Hay muchas maneras de intimidarme, pensé en voz alta.
-Aún no lo hago, dijo.
- Entonces, me enseñas por que babean los tipos.
El tiempo es efímero mientras descubres que en la vida solo hacen falta cómplices, y van sus manos deslizando una tirita corta y fina de tela que se acuna justo sobre sus hombros, cede su blusa y aparecen ante mi dos copas encajadas perfectas en la redondez de su seno que van perdiéndose en caída libre como mi mandíbula, mientras mis manos fingen un amago de ayuda, innecesaria en el momento, dos manos bastan, creo, dos pezones se unen a mi juego y puedo sentir el calor que guarda en su pecho una mujer que vale la pena desnudar, como todas.
Puedes ver, dice ella, fue lo que pediste, es lo que te enseño.
Demasiado tarde para preguntar si puedo tocar, rozar, lamer, demasiado tarde para evitar que me veas mordiéndome los labios.
¿Puedo tocarte? pregunta ella.
Vas a ver como crece al halarlo.
2 comentarios:
wooooow esta entrada me fascino... pero con una imagen de (tetas) hubiera sido genial XD
A también la imagen mental me fascino :) recibo fototetas :p
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