Me encanta levantarme en las mañanas, sentir el calor en su piel y enredarme en su pelo enmarañado, su olor,su sabor a sudor que empieza a endulzarme y a clavarme recuerdos apuntillándolos en mis días, recuerdos que después no se quieren ir, ni por qué lo intente y no lo intento
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Me consumen tus ojos, casi hasta atravesar los míos, me encantan porque ves donde no puedo verme, porque con cada vistazo me perforas y descubres hasta mis más profundos antojos y eso te gusta porque me expones y me tienes en tus manos y encajo perfecto.
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Me tientas mientras muerdes tus labios y muerdes los míos, me tientas a robar tus gestos a cada roce, mientras buscas ahogar un grito y a la vez liberarlo, no hacen faltan manos para recorrerte y darte en el punto de cada rincón, no, no son las manos y están de más, hace falta ingenio para robarte gemido que no te deje marcharte.
Me desvela el ardor que queda después cruzar tus uñas sobre mi espalda, mi pecho y mi cuello y cada gota de sudor me recuerda tus trazos donde dibujas tus tus ganas y gano, mientras pierdo el sueño, mientras sueño tus sueños y me quedo en ellos.
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Me enloquece ese instante de infinito silencio cuando esquivando tus manos puedo soltar el sostén de un solo tajo y sin miramientos, imaginando que tus senos me abofetean endurecidos y sonrojados, pequeños, tiernos y a la mano y a la boca como los frutos del campo.
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Me fascina perderme en los pocos centímetros que tu pecho conducen a tu ombligo, lo sé, es el tramo más corto pero me pierdo muy fácil y me gusta, me gusta rodearte, abrir mis caminos en ti y dejarte mis huellas para poder regresarme.
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Me atrapa tu blanco interior que hechiza e ilumina hasta la más oscura habitación, guiándome, enseñándome el camino, susurrándome sin hacerlo, que te lo puedo quitar, te lo puedo poner, te lo puedo quitar, te lo puedo poner…prefiero no regalar ropa interior, porque lo que se regala no se quita. y ti te quiero quitar hasta la verguenza.
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Me atan tus piernas aferradas a mi cintura, me detienes y me tienes, me sacudes y usas a tu acomodo, sin la menor intención de dejarme ir, para qué, no hay manera de soltarme y si así lo quisieras no te dejaría ¿para qué quiere un árbol moverse si son los pajaritos quienes vuelan a él?
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Me mata la falsa sensación de tener el control, cuando eres tu quien con un movimiento en falso me aniquilas, y sonríes y sabes lo que haces y finges no saberlo, y me tocas y me sientes y me tienes de un pelito… tener el control es saber cuándo perderlo.
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Y encoges los deditos de los pies y me clavas tu respiración en mi boca y te aferras como espuela con más fuerza, mientras cierras los ojos y me dices un poco más.
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Siempre hará falta con quien susurrarle mis fijaciones y que haga con ellas lo que se le pegue la gana.