19 abr 2013

Sexo sentido

Shh, no le hagamos daño al silencio, quitémonos los antojos  a mamadas y digámoslo todo sin decirlo.

Despacito, reptando, rozando, catando y contando callados uno a uno cada pelito, cada porito, cada gemido, lamiéndote las ganas como lamiendo de tus pezones la miel que endulza mi gusto, robándome tus babas en cada beso, llenándome del olor de tu cuello y del sabor de tu cuerpo que busca refugio tan solo en un trapito de tiras con corazones estampados.

El buen sexo sabe a calzones en la boca y sabe mil maneras de bajarlos.

Mojas tus labios al juego de mis labios y voy midiendo en milímetros el camino que resta para el fin único de ahogar tus antojos y los míos al vaivén de mi lengua y tus caderas, inhalo, te siento subiendo, llenado mi nariz, paso saliva y sonrió y voy bajando, la puntita, justo la puntita que te roza, te moja, le alegra y sorprende dibujando una recta que crece, te  estremeces, te muerdes, te mueres de gusto.

Con gusto

Despacito elevas tu cintura cual montaña rusa y te dejas caer, me atrapas, te atrapo, me tienes y me hundes en ti y en un par de lamidas ya me has llenado del dulce, amargo, salado y  ácido secreto de tu coñito humedecido con palabras cachondas, unos dedos forajidos y una lengua incansable que busca enseñarte a besar dónde no has sido besada, hasta que digas basta y termines en mi boca. Lo haces y me encanta.

La puntita, justo la puntita que te roza.

Con timidez vas desprendiendo lo poco que me queda y me liberas, salta, mojas tu labios y brillan tus ojos como brilla la puntita que acabas de lamer, me miras como buscando aprobación y la tienes, me tienes todo, llenas tu boca de mi mientras tu mano se agarra firme y te pertenezco, apretó la sabana antes de verte subir y bajar de nuevo.

El buen sexo sabe a lamer y no tener que escupir.

Desde el nido vas subiendo tu lengua con la lentitud justa para cerrar mis ojos e imaginar que nunca termina, pero termina, en la puntita, justo la puntita que te roza, te detienes, me cubres y chupas, tu boca es perfecta y mi verga lo agradece, soy más erección que razonamiento y me dejo llevar.

Me llevas.

Me tomas en tu manos bajando y subiendo a tu ritmo, desnudo y lampiño entre tu boca, caliente, obediente, no hace falta pedir más, no hace falta decir nada,  el mejor sexo oral no se habla, se hace, se tiene, se viene.

Me vengo en ti, pasas, sonríes, me besas. ¿Quién puede decirte no?

El sexo tiene el sabor del compartir.

2 comentarios:

Kaland dijo...

jajajajaj gracias a dios existen personas como tu que convierten lo normal en magnifico como este relato así sin PRISA PERO SIN PAUSA.

Twain dijo...

El buen sexo sabe a calzones en la boca y sabe mil maneras de bajarlos.

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