Ganas, las mismas que ha guardado y que sólo sus deditos han sabido quitar; se muerde los labios y sonríe de nuevo. Esa sensación de ir cagado del susto con un dejo de ilusión, se hace más obvia en la sonrisa pendeja que no se puede ocultar.
—¡Esta vez sí! —Se dice ella
De vez en vez pasa su mano sobre el pelo que hoy está más liso que nunca, lo acomoda tras la oreja mientras baja del destartalado bus urbano.
—¡Jueputa ojala no llueva! —Susurra.
Lo ve de lejos, las mujeres siempre llegaran un poquito tarde por si deben huir de una situación como esta, no hará falta, el tipo está lindo.
Acomoda una última vez su pelo tras la oreja.
Se ha puesto esos calzoncitos, los de corazoncitos rosas sin estrenar que tenía guardados para la ocasión, se ha hecho el bikini casero por que quiere que le coman el coñito como nadie lo ha hecho.
—¡Ojala se haya rasurado!— Piensa ella mientras se acerca. —Empezar mamándolo y terminar tosiendo no es lo más sexy del mundo.
Sonríe tontamente, mientras piensa, ¿si en la boca o en el cachete?
Demasiado tarde, le meten la lengua y le alcanzan a babosear los labios, no son mariposas en la panza, más bien le pica un poquito la entrepierna, ni modo de rascarse. La barba de tres días que el trae serviría para esa rascadita. ¿Para qué más serviría dejarse esa mierda inmunda?
Un mesa, unas cervezas, trivialidades, recuerdos de conversaciones en menos de 140 caracteres a más de 140 kph en altas horas. Risas tontas, promesas de te quiero hacer esto, te voy a hacer lo otro, si estuvieras aquí. ¿Por qué no estás aquí?
Ya están aquí y ninguno da el siguiente paso. —Maricón.
—¿En serio? Que boleta marica, quítese las medias. —Dice ella, camuflando en un gesto amable el error de novato.
— Soy de tierra caliente — Dice el, —El frio me afecta.
Ella ve que es cierto, el pobre tipo sin vergüenza alguna se queda sin pantalones con apenas un bultito de pelos o aire en el peor de los casos entre las piernas. Se quitan lo que le falta uno al otro. Apenas un cigarrillito en lo que debería ser un paquete. — Que desilusión, — Piensa ella. Siente pena del pito del tipo. El ni se fijó en los corazoncitos.
— Menos mal soy estrechita. —Se conforma en silencio.
Uno, dos, tres empujones —Metamelo todo, piensa ella. Ya lo metió. Nunca un gesto aburrido fue mejor disfrazado de — ummmm, ah, rico.
— Chúpeme las tetas — Le dice, — suavecito si, así, así.
Sus tetas son chiquitas, pero son bonitas, —Dos cositas redonditas, caídas del cielo —Piensa ella. Dos pezoncitos rosaditos y antojadizos carentes de afecto, reclaman lamidas, chupadas; su lengua apenas le alcanza un poquito cuando en su cuarto acompañada de la noche capitalina se consiente añorando.
— ¿Rico cierto? — pregunta el, moviendo el culo con más ganas.
— ummmm, ah, si rico. —Responde ella sin ganas.— ¡Que no se venga, que no se ven…!
Se viene. — Puto.
Su primer amor le volvió mierda el corazón, pero aquí no hay corazón, solo eran ganas, ganas de tirar rico, a lo FilmZone y también resulto una mierda.
— ¿Y ahora qué hago? —Puta, me tengo que quedar —Recuerda.
— ¿Rico cierto? — Confía él.
— Ummmmm,siiiiiii. — Responde ella, con esos si largos y necesarios que el novato no pesca. — Un clavo saca otro clavo pero queda flojito. Leyó en un blog.
Se quedan dormidos, antes de que amanezca ella debe ir a trabajar y no lo volverá a ver.
—Al menos trajo algo de comida, porque con esa mierda de verga quedé con hambre. — Se despide en silencio, mientras sonríe falsamente. La sonrisa pendeja que no se puede ocultar se ha borrado.
—De nada sirve ser apretadita si tienen el pipi pequeño. —Se le viene a la cabeza para un futuro tuit.
Él, convencido se siente el putas.
19 may 2013
19 abr 2013
Sexo sentido
Shh, no le hagamos daño al silencio, quitémonos los antojos a mamadas y digámoslo todo sin decirlo.
Despacito, reptando, rozando, catando y contando callados uno a uno cada pelito, cada porito, cada gemido, lamiéndote las ganas como lamiendo de tus pezones la miel que endulza mi gusto, robándome tus babas en cada beso, llenándome del olor de tu cuello y del sabor de tu cuerpo que busca refugio tan solo en un trapito de tiras con corazones estampados.
El buen sexo sabe a calzones en la boca y sabe mil maneras de bajarlos.
Mojas tus labios al juego de mis labios y voy midiendo en milímetros el camino que resta para el fin único de ahogar tus antojos y los míos al vaivén de mi lengua y tus caderas, inhalo, te siento subiendo, llenado mi nariz, paso saliva y sonrió y voy bajando, la puntita, justo la puntita que te roza, te moja, le alegra y sorprende dibujando una recta que crece, te estremeces, te muerdes, te mueres de gusto.
Con gusto
Despacito elevas tu cintura cual montaña rusa y te dejas caer, me atrapas, te atrapo, me tienes y me hundes en ti y en un par de lamidas ya me has llenado del dulce, amargo, salado y ácido secreto de tu coñito humedecido con palabras cachondas, unos dedos forajidos y una lengua incansable que busca enseñarte a besar dónde no has sido besada, hasta que digas basta y termines en mi boca. Lo haces y me encanta.
La puntita, justo la puntita que te roza.
Con timidez vas desprendiendo lo poco que me queda y me liberas, salta, mojas tu labios y brillan tus ojos como brilla la puntita que acabas de lamer, me miras como buscando aprobación y la tienes, me tienes todo, llenas tu boca de mi mientras tu mano se agarra firme y te pertenezco, apretó la sabana antes de verte subir y bajar de nuevo.
El buen sexo sabe a lamer y no tener que escupir.
Desde el nido vas subiendo tu lengua con la lentitud justa para cerrar mis ojos e imaginar que nunca termina, pero termina, en la puntita, justo la puntita que te roza, te detienes, me cubres y chupas, tu boca es perfecta y mi verga lo agradece, soy más erección que razonamiento y me dejo llevar.
Me llevas.
Me tomas en tu manos bajando y subiendo a tu ritmo, desnudo y lampiño entre tu boca, caliente, obediente, no hace falta pedir más, no hace falta decir nada, el mejor sexo oral no se habla, se hace, se tiene, se viene.
Me vengo en ti, pasas, sonríes, me besas. ¿Quién puede decirte no?
El sexo tiene el sabor del compartir.
Despacito, reptando, rozando, catando y contando callados uno a uno cada pelito, cada porito, cada gemido, lamiéndote las ganas como lamiendo de tus pezones la miel que endulza mi gusto, robándome tus babas en cada beso, llenándome del olor de tu cuello y del sabor de tu cuerpo que busca refugio tan solo en un trapito de tiras con corazones estampados.
El buen sexo sabe a calzones en la boca y sabe mil maneras de bajarlos.
Mojas tus labios al juego de mis labios y voy midiendo en milímetros el camino que resta para el fin único de ahogar tus antojos y los míos al vaivén de mi lengua y tus caderas, inhalo, te siento subiendo, llenado mi nariz, paso saliva y sonrió y voy bajando, la puntita, justo la puntita que te roza, te moja, le alegra y sorprende dibujando una recta que crece, te estremeces, te muerdes, te mueres de gusto.
Con gusto
Despacito elevas tu cintura cual montaña rusa y te dejas caer, me atrapas, te atrapo, me tienes y me hundes en ti y en un par de lamidas ya me has llenado del dulce, amargo, salado y ácido secreto de tu coñito humedecido con palabras cachondas, unos dedos forajidos y una lengua incansable que busca enseñarte a besar dónde no has sido besada, hasta que digas basta y termines en mi boca. Lo haces y me encanta.
La puntita, justo la puntita que te roza.
Con timidez vas desprendiendo lo poco que me queda y me liberas, salta, mojas tu labios y brillan tus ojos como brilla la puntita que acabas de lamer, me miras como buscando aprobación y la tienes, me tienes todo, llenas tu boca de mi mientras tu mano se agarra firme y te pertenezco, apretó la sabana antes de verte subir y bajar de nuevo.
El buen sexo sabe a lamer y no tener que escupir.
Desde el nido vas subiendo tu lengua con la lentitud justa para cerrar mis ojos e imaginar que nunca termina, pero termina, en la puntita, justo la puntita que te roza, te detienes, me cubres y chupas, tu boca es perfecta y mi verga lo agradece, soy más erección que razonamiento y me dejo llevar.
Me llevas.
Me tomas en tu manos bajando y subiendo a tu ritmo, desnudo y lampiño entre tu boca, caliente, obediente, no hace falta pedir más, no hace falta decir nada, el mejor sexo oral no se habla, se hace, se tiene, se viene.
Me vengo en ti, pasas, sonríes, me besas. ¿Quién puede decirte no?
El sexo tiene el sabor del compartir.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)